Pinta Kauce

En 15 años que llevo formando parte de la industria vinícola, elaborando vino, exportándolo o importándolo, celebrando conferencias, guiando catas y simplemente conociendo a entusiastas del vino por todo el mundo, nunca he encontrado dos descripciones iguales sobre lo que es "obligatorio" para nosotros para disfrutar de verdad el vino. 

Las historias van desde el conocimiento profundo del suelo hasta el básico "cómo funciona este sacacorchos", mostrándonos que cada uno de nosotros tenemos diferentes expectativas, percepción y comprensión de esta bebida que tanto amamos. 

No obstante, creo firmemente que para alabar o simplemente disfrutar del producto tal y como el bodeguero lo haya imaginado, resulta crucial tener conocimientos y formación, ya que no podemos juzgarlo con propiedad si carecemos de algunos datos. Empezando por la temperatura de servicio correcta, la elección de la cristalería, el maridaje y el momento adecuado (y la compañía): todos los detalles importan. 

Mi aparador está lleno de decantadores y copas de todos los tamaños (y materiales) para enriquecer la experiencia de probar una botella de vino, ya que para comprender y disfrutar un vino hay que tratarlo correctamente. Pero, ¿cómo conseguimos esa "corrección"? Decantar los vinos jóvenes y los añejos, catar el mismo vino en tres copas distintas, mezclarlo y combinarlo y jugar con él hasta que encontremos nuestro propio equilibrio en el disfrute.

Y solo para las urgencias del día a día, tener un juego de copas y una botella de champán en el frigorífico. 

El resto, como cualquier otra impresión de arte, depende ciertamente de cada persona.